El impuesto a las remesas: una amenaza directa al sustento de millones de familias migrantes

Expertos advierten que la propuesta de la administración Trump afectará a comunidades migrantes, economías vulnerables y podría empujar a millones a canales informales para enviar dinero a casa.

En medio del extenso paquete presupuestario impulsado por el presidente Donald Trump y aprobado recientemente por la Cámara de Representantes, una propuesta ha encendido las alarmas entre organizaciones migrantes y analistas económicos: un impuesto del 3,5 % a las remesas enviadas desde Estados Unidos al extranjero. De aprobarse, la medida afectaría directamente a los más de 220 mil millones de dólares que los residentes en EE. UU. enviaron en 2024 a familiares en sus países de origen —más de la mitad de ese dinero tuvo como destino América Latina.

México, que encabeza la lista de receptores, podría perder más de 2,600 millones de dólares anuales. Guatemala, unos 600 millones. La región centroamericana completa afrontaría una caída de hasta 4,650 millones, según el Center for Global Development (CGD). “Este impuesto tendrá un impacto devastador en las personas más pobres del mundo. En muchos países, incluso más que los recortes de ayuda internacional”, advirtió Helen Dempster, directora adjunta de políticas de migración en el CGD. “Es un doble golpe para los más vulnerables”, añadió, recordando además el cierre de programas de USAID bajo la misma administración.

Remesas: más que dinero, una línea de vida

“Las remesas no son solo un ingreso. Son el sostén de millones de familia”Así lo recordó Ariel Ruiz Soto, analista principal del Migration Policy Institute, durante una rueda de prensa organizada por American Community Media. “Las remesas son esenciales para cubrir gastos diarios: desde servicios básicos hasta alimentos y, en muchos casos, atención médica. En zonas con baja inversión estatal, incluso permiten construir escuelas u hospitales”.

Pese a las crisis económicas, la solidaridad migrante ha persistido. Durante la pandemia, cuando el empleo escaseaba, los envíos hacia América Latina no disminuyeron. “Eso demuestra que, incluso frente a cambios económicos o políticos en Estados Unidos, los migrantes mantienen su compromiso con sus comunidades. Quieren seguir enviando esta línea de vida que transforma realidades”, señaló Ruiz Soto.

El CGD estima que, si se incrementan los costos de envío un 3,5 %, las remesas podrían disminuir en un 5,6 %. Esto afectaría no solo a países como México, Guatemala o India, sino también a naciones africanas que ya enfrentan recortes de ayuda y altos niveles de pobreza. Aunque las pérdidas en África serían menores en volumen (unos 488 millones), el impacto relativo sería profundo. “África es quizás aún más crítica en este contexto, por la fragilidad de muchas de sus economías”, subrayó Dempster.

Inseguridad, evasión y castigo al sueño americano

Además del impacto económico, la implementación técnica del impuesto representa un riesgo en términos de seguridad. Para poder identificar quién debe pagar la tasa, las empresas de envío de dinero —bancos, fintechs, operadores de remesas— deberían verificar la ciudadanía o estatus fiscal de cada remitente. Esto implicaría, según Manuel Orozco, director del programa de migración del Inter-American Dialogue, que millones de usuarios deban presentar documentos como pasaportes, actas de nacimiento o certificados de naturalización. “Pocas personas llevan esos documentos consigo. Y esto abre vulnerabilidades serias: sistemas que almacenan esta información pueden ser hackeados, y eso puede derivar en fraudes de identidad o la creación de ‘ciudadanos fantasma’”, advirtió Orozco.

El efecto también sería regresivo dentro de Estados Unidos. Ana Valdez, presidenta del Latino Donor Collaborative, enfatizó que la comunidad latina —con un poder adquisitivo de más de 4 billones de dólares— ya está reaccionando. “Hicimos encuestas y la gente lo tiene claro: no van a dejar de enviar dinero. Dicen: ‘Mi mamá va a recibir sus mil dólares cada mes, cueste lo que cueste’. Pero lo que cuesta es dejar de gastar aquí: menos salidas, menos compras, menos consumo interno”.

Valdez también alertó sobre un fenómeno creciente: muchas familias migrantes están retirando grandes sumas en efectivo de sus cuentas por miedo a que sus fondos sean congelados. El resultado es un posible aumento del uso de canales informales o ilegales para el envío de dinero. “Este impuesto no solo perjudica a quienes lo pagan, también castiga al sueño americano. Porque los migrantes son el sueño americano”, concluyó.